lunes, 21 de enero de 2013

ES-CÁN-DA-LÓ (es un escándalo)

Muchas son las canciones que se hacen populares en un momento determinado, y muchísimas las que se oyen a todas horas una vez que han traspasado las fronteras de sus espacios radiofónicos y se han adueñado de calles y plazas en forma de coches vociferantes, verbenas estivales, y bodas y otras celebraciones. No hay más que pensar en los Pajaritos, la Macarena o el Aserejé para que recordemos auténticas fiebres masivas de movimientos y contoneos. 

Algunas canciones han llegado a convertirse en banderas definitorias de su época, y en nuestras mentes han quedado indisolublemente ligadas a momentos históricos, como el Lalalá de Massiel o el Himno de la Alegría de Miguel Ríos, o a nuestros primeros recuerdos, que resucitan con fuerza con solo oír aquello de Mi carro o el Porrompompero.

En ocasiones, alguna de estas canciones es rescatada de su baúl temporal y vuelve a colocarse en la primera fila de la actualidad, como sucedió con La vida es una Tómbola, de Marisol, que encabezó durante años un programa de la Televisión Valenciana y volvió a popularizarse con tanto éxito como años atrás. 

Y yo diría que no es mala idea surtirse de bandas sonoras ya existentes para ambientar nuevos programas, televisivos o no. También hay ejemplos en el cine, véase Forrest Gump, de canciones que saltan a la palestra de nuevo tal cual lo hicieron en otras épocas, sin pasar por el filtro de versiones, ni remasterizaciones, ni reinterpretaciones. Con razón se dice que los clásicos no pasan de moda. 


 Bueno, pues quizás algún directivo avispado de nuestra televisión nacional caiga en la cuenta de que el gran Raphael tiene en su haber una maravillosa canción que, además de seguir plenamente vigente porque nunca se borró de la memoria del público, vaticinaba las andanzas de la política española del siglo XXI. Quedaría que ni pintada como cabecera de los telediarios. Ya me parece estar oyéndola: "Escándalo, es un escándalo...", y sobre la pantalla los diferentes chanchullos de los principales partidos políticos nacionales y autonómicos, datos de financiaciones sospechosas de irregularidad, sobres de dinero de los que no hay constancia confesa, panorámicas de los Juzgados de Plaza de Castilla, así como de las principales sedes nacionales del PP y del PSOE... Vamos, lo que se dice una perfecta conjugación de datos audiovisuales. Antes habría que consultar a los de la SGAE, claro. O quizás no. Mejor, vamos a dejarlo.

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