jueves, 24 de enero de 2013

INDEPENDINERO

Hay cosas que se hacen por dinero y cosas que se piden por principio. No siempre está clara la diferencia, e incluso últimamente me asombra comprobar que lo que se proclama como justo por cuestión de ética y moral esconde en realidad una gran carga de interés económico para los de siempre, los de arriba, esos anónimos que viven a la sombra y que acaban esclavizando a todo un país. O a todo un mundo. Igual les da. 

Lo vi claramente ayer en un reportaje sobre la comida que se desperdicia en un país, el nuestro, en el que cada vez más gente no tiene qué llevarse a la boca. Por los principios de higiene y salubridad exigidos por las autoridades españolas para poder comerciar con alimentos, millones de toneladas de comida en perfectas condiciones acababan en la basura. Conservar la cadena de frío y garantizar su óptimo estado hasta llegar a comedores sociales sería tan caro que se optaba por cerrar los ojos, echar lejía y punto. Millones de toneladas. Como lo oyen. ¿Principios de solidaridad? ¿Con los pobres?

Así que, visto que cuando no interesa económicamente no hay ética que valga, cada vez que alguien apela a la ética para justificar algo, me entra un escalofrío de sospecha que ya no me deja dormir. Es lo que me sucede cada vez que se toca el tema de la independencia de Cataluña. Cuando hablan los comerciantes del cava y de otros productos catalanes avisando de que una separación del estado español cercenaría sus ganancias, y por ende, la economía de todos los catalanes, yo me pregunto: ¿Pero es que van a renunciar a sus sueños de independencia por dinero? ¿Realmente el no salir beneficiados a nivel financiero les va a impedir luchar por su legendario principio independentista? ¿Tan barato lo venden? ¿Saben los honestos catalanistas de a pie, que los hay, que la bandera que enarbolan ondea obedeciendo rachas de viento económico? ¿Saben por cuán poco dinero están sus dirigentes dispuestos a renunciar a ella? 

Y lo que es peor: ¿hay algún ideal que no esté en venta? ¿Algo en esta sociedad que esté libre de sospecha, de manipulación o de interés? ¿Alguien, acaso? Llámenme pesimista, por favor. Intenten convencerme de lo contrario. Demuéstrenme que puedo estar equivocada. ¡Si yo quiero creer! Nada como la inconsciencia. La felicidad del ignorante. ¡Banderas a mí! ¡Sueños! ¡Consignas! Lástima que una vea cosas. Ate cabos. Se escalofríe. Y se le hinchen las venas del alma. Banderitas a mí. Banderitas negras.

       

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